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domingo, 3 de abril de 2016





El presente documental es una herramienta educativa sobre los recursos naturales existentes en los tres parques nacionales, Jaragua, Sierra de Bahoruco y Lago Enriquillo e Isla Cabritos, que forman parte de la Reserva.

Su contenido contribuye con la sensibilización sobre las diferentes problemáticas que afectan los ecosistemas característicos, la flora y fauna de alta importancia biológica. Muestra también la realidad de las familias que habitan el área de más de 5,000 Km² que la conforman, y llama a realizar un cambio sobre la dinámica de la vida de los pobladores y el apoyo que se requiere para la protección de los recursos naturales como garantía para el desarrollo sostenible. 

Este material es un trabajo del Ministerio de Medio Ambiente y la Sociedad Ecológica de Barahona, con el financiamiento del Banco de Desarrollo Alemán (KfW), en el marco de la implementación del Programa Manejo Sostenible de los Recursos Naturales en la Zona Fronteriza (PROMAREN).





La Reserva de la Biosfera Jaragua Bahoruco Enriquillo [1]
La Reserva está ubicada en el suroeste de la República Dominicana, en la denominada Región Enriquillo. Posee un área total de 4,858 km² que incluye de zonas núcleo de 3,184 km² y 900 km² de áreas marinas. Las zonas núcleo son los Parques Nacionales: Jaragua (establecido en 1983), Sierra de Bahoruco y Lago Enriquillo e Isla Cabritos (establecidos en 1974). Después de la declaración de la Reserva, se crearon por decreto presidencial dos áreas protegidas que incluyen terrenos dentro de la Reserva: la Reserva Biológica Loma Charco Azul (zona conocida como La Placa) y el Parque Nacional La Gran Sabana.
Para 2002, la población humana de la Reserva ascendió a cerca de 80,000 habitantes. Los principales centros poblados dentro de la Reserva son Duvergé (12,053 habitantes), Pedernales (10,339), Villa Jaragua (9,353) y La Descubierta (5,039).
 La Reserva fue oficialmente designada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Reserva de la Biosfera en el año 2002. La propuesta para dicha designación fue elaborada por personal de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales (hoy Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales) y del Grupo Jaragua. La misma fue sometida a la UNESCO  por el gobierno (Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales y Secretaría de Estado de Cultura); la Diócesis de la Iglesia Católica de Barahona; dos miembros del Comité Hombre y Biosfera Dominicano (MaB Dominicano); y la organizaciones no gubernamentales: LEMBA, la Sociedad Ecológica de Barahona, el Centro de Investigación y Educación Popular, Visión Mundial y la Fundación para el Desarrollo del Sur (FUNDASUR).
 Valor de la biodiversidad en la Reserva
 En la Reserva se encuentra una importantísima representación de los ecosistemas naturales del país, así como un gran número de especies amenazadas, muchas de ellas endémicas regionales. Incluye ecosistemas únicos, tales como islas, extensos hábitats costero-marinos, humedales extraordinarios, y singulares bosques secos, bosques latifoliados y pinares. Contiene el lago más grande del Caribe (de unos 330 km2) y su gradiente de altura va desde 40 metros bajo el nivel del mar (en el Lago Enriquillo) hasta 2,367 metros sobre el nivel del mar (en la Loma del Toro de la Sierra de Bahoruco).
 La Reserva posee una importante diversidad de plantas, muchas de ellas endémicas de la isla e incluyendo géneros monotípicos (que sólo tienen una especie), tales comoArcoa gonavensis (tamarindo cimarrón) y Pedinopetalum domingense. Muchas de las plantas de la Reserva tienen rangos de distribución muy restringidos al sur de la isla o incluso la Reserva misma. Tal es el caso de la canelilla de Jaragua (Pimenta haitiensis), Tabebuia crispiflora, sólo conocida de una localidad de la Sierra de Bahoruco.  Destacan también algunas palmas endémicas como el cacheo de Oviedo (Pseudophoenix ekmanii), endémica del Parque Jaragua, el cacheo del surPseudophoenix vinífera, el guanito de Cabo Rojo (Coccothrinax ekmanii) y el guanito de la Sierra de Bahoruco (Coccothrinax scoparia). En sus humedales se encuentra una importante representación de las cuatro especies de mangle, especialmente del mangle botón (Conocarpus erectus); sus pinares de montaña contienen una de las principales poblaciones del pino endémico (Pinus occidentalis) y la sabina (Juniperus gracilior), también endémica Además, la Reserva presenta la más alta densidad de especies de cactáceas de la isla La Española, incluyendo algunas especies endémicas regionales, tales como el caguey (Dendrocereus undulosus), melón espinoso (Melocactus intortus ssp. pedernalensis) y Pereskia aculeata.
Igualmente, la Reserva alberga una diversidad de insectos y otros invertebrados terrestres, poco conocida, pero de gran importancia para el mantenimiento de aves y muchos otras especies de vertebrados, ya que constituyen una fuente primordial de alimento para muchos de ellos. También juegan un papel importantísimo en estos ecosistemas como recicladores de la materia orgánica muerta, tanto de origen vegetal como animal que a diario se acumula en los bosques. Algunos constituyen bioindicadores del estado de conservación y de humanización de los ecosistemas; otros invertebrados son polinizadores de la flora, y en general conforman parte de un patrimonio genético que debe ser preservado para futuros estudios, en la búsqueda de beneficio del ser humano.
 Los anfibios encuentran allí una alta diversidad, quizás la mayor de la República Dominicana, destacándose la presencia de las ranitas críticamente amenazadas tales como la ranita patas rojas de Bahoruco (Eleutherodactylus rufifemoralis), la ranita de patas rojas de La Selle (Eleutherodactylus furcyensis), la ranita de las bromelias(Eleutherodactylus fowleri), la ranita verde espinosa (Eleutherodactylus nortoni) y la ranita pastel del sur (Eleutherodactylus leoncei).  Todas estas ranitas están consideradas  críticamente amenazadas, de acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).  
También está reportada la presencia de especies de reptiles de gran importancia para la conservación. Estos incluyen las tortugas marinas: carey (Eretmochelys imbricata), tinglar (Dermochelys coriacea) y la tortuga verde (Chelonia mydas), las cuales anidan en sus playas y dos de ellas (carey y verde) también se encuentran en abundancia en áreas de forrajeo de su zona costero marina.  Otra especie destacada entre los reptiles de la Reserva es la iguana de Ricord (Cyclura ricordi), cuyas únicas poblaciones naturales sobreviven dentro de la Reserva. Dicha iguana convive en la Reserva junto a otra especie de iguana de las rocas, la iguana rinoceronte (Cyclura cornuta), que aunque tiene una distribución más amplia en la isla, en la Reserva presenta sus poblaciones mejor conservadas. También, la Reserva comprende toda la distribución conocida de la culebra corredora (Haitiophis anomalus), especie de colúbrido más grande de La Española, y de la salamanquejita de Jaragua (Sphaerodactylus ariasae), vertebrado amniota más pequeño del mundo. 
 También, cabe destacar que en la zona marina del Parque Nacional Jaragua se encuentra la mayor población de invertebrados marinos amenazados como el lambí (Strombus gigas) y la langosta espinosa (Panulirus argus), ambas especies son consideradas las principales en la economía pesquera de la zona. Igualmente, la Reserva posee una significativa diversidad de peces de agua dulce y salina, incluyendo el pez titaco más grande conocido en el mundo (Cyprinodon nichollsi), endémico de la Laguna de Oviedo y algunas especies endémicas muy restringidas, como el pecílido Limia sulphurophila, o Limia de La Azufrada.    
 En cuanto a avifauna, en la Reserva vive la gran mayoría de las especies de aves endémicas presentes en La Española. Provee además hábitats imprescindibles para la sobrevivencia de la cúa (Coccyzus rufigularis) y el diablotín (Pterodroma hasitata), así como para la carismática cotorra de La Española (Amazona ventralis), la cual anida en sus bosques cada año. Se cree que posiblemente La Reserva alberga posiblemente los mayores bancos o agregaciones reproductivas de la paloma coronita (Patagioenas leucocephala) en todo el Caribe Insular. Las aves migratorias como el zorzal de Bicknell (Catharus bicknelli) y una amplia variedad de cigüitas del frío dependen de la Sierra de Bahoruco, para su supervivencia. La zona costera de la Reserva es además un lugar muy importante para el anidamiento de colonias de o gaviotas o bubíes tales como la gaviota oscura (Onychoprion fuscatus), cuyas colonias de anidamiento mayores para el Caribe se han reportado para la isla Alto Velo, en el Parque Nacional Jaragua.
 Por último, no podemos dejar de mencionar el papel clave de la Reserva en la preservación de nuestros dos mamíferos terrestres endémicos: el solenodonte (Solenodon paradoxus) y la jutía de La Española  (Plagiodontia aedium).  Ambos están considerados como amenazados de extinción por la UICN. Se tratan de animales de hábito nocturno,  muy tímidos ante la presencia humana, por lo cual se conoce muy poco sobre sus hábitos, distribución y estado de conservación.  Sin embargo, en la Reserva se encuentra la mayor cantidad de sitios documentados para ambas especies en la isla, constituyendo la principal zona para su conservación a largo plazo.

[1] Tomado de:  León, Y. M., E. Rupp, Y. Arias, L. Perdomo, S.J. Incháustegui, E. Garrido. 2011. Estrategia de Monitoreo para Especies Amenazadas de la  Reserva de Biosfera Enriquillo-Bahoruco-Jaragua. Grupo Jaragua. Santo Domingo, República Dominicana


ADIARIOCON JESUCRISTO
Sin recompensa

Lectura: Mateo 6:1-4, 19-21

… tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. —Mateo 6:18.

La mayoría de nosotros espera que los amigos y los colegas nos recompensen: una palmada en el hombro, una medalla de héroe, un aplauso, un elogio sincero. Pero, según Jesús, las recompensas más importantes llegan después de la muerte. Es posible que las acciones más significativas de todas se hagan en secreto y que Dios sea el único que las vea. En pocas palabras, el mensaje del reino es este: Vive para Dios y no para los demás.

Jesús explicó que estamos acumulando una especie de cuenta de ahorros, guardando «tesoros en el cielo» (Mateo 6:20) y no en la tierra; tesoros tan extraordinarios que compensarán todo sufrimiento. El Antiguo Testamento ha dejado unos pocos indicios sobre la vida después de la muerte, pero Jesús habló claramente de un lugar donde «los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre» (Mateo 13:43).

En su búsqueda de un reino, los judíos de la época de Jesús habían estado tratando de encontrar señales de la aprobación divina en esta vida; en especial, mediante la prosperidad y el poder político. Al principio de su discurso, el Señor cambió el enfoque hacia la vida venidera (cap. 6). Descartó el éxito en este mundo visible y alertó a invertir en la vida futura. Después de todo, el óxido, un ladrón o un pequeño insecto pueden destruir todo lo que acumulamos (v. 20).
La recompensa en la eternidad no depende del reconocimiento terrenal.
—PY


Cortesía: El Pan Nuestro.